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En la vida recorremos un camino para ayudar a los demás


Gloribett Pardo Guzmán, Comunicadora Social y Periodista de la Universidad de La Sabana, llegó a Bogotá de su natal Neiva a la edad de 15 años. Hace 25 años trabaja en medios de comunicación, 21 de ellos dedicados a Noticias RCN donde ha cubierto las fuentes de economía, salud, orden público, educación, temas sociales y de infancia. Empezó su carrera como periodista en Radio Santa Fe, pasó por el noticiero T.V. Hoy, Radio Súper, además de la Casa de Nariño. Cuenta con dos premios Simón Bolívar, un premio Servientrega, un premio Álvaro Gómez Hurtado, un premio Anif, además de varias nominaciones a premios nacionales de periodismo. Le gusta la música, el cine y disfruta de ir a sitios lejanos con la patrulla aérea como Tumaco, Taraíra y Mosquera en Nariño, zonas muy alejadas con gente pobre, pero gente muy alegre que entiende más de la vida que los demás. Hace diez años le diagnosticaron mieloma, un tipo de cáncer que la llevó a emprender un camino espiritual de sanación y recuperación que le permite, hoy, ver la vida con mucho optimismo y con una sonrisa permanente gracias a una recuperación milagrosa. Esta es su historia.

¿Qué tan eficiente fue el diagnóstico?

Fue eficiente, a tiempo, aunque el proceso para llegar al diagnóstico final tuvo varias fases previas antes de dar con el médico internista que me mandó varios exámenes para saber por qué tenía anemia y por qué tenía las defensas muy bajas.

Hablemos del proceso…

Todo empezó con un error en un diagnóstico de urgencias. Por aquellos días tenía un viaje de trabajo a Melgar que se estaba viendo afectado por una terrible gripa. Llamé al médico domiciliario, pues quería descartar que tuviera H1N1 o algo más complicado. Me recetaron acetaminofén y me permitieron viajar. Cuando regresé de ese viaje tenía programadas mis vacaciones a Estados Unidos y no fui capaz de viajar. Me sentía muy débil, sin fuerzas, tenía las defensas muy bajas y me dio una gastritis severa que generó además resistencia a los antibióticos antigripales. Gracias a esa gastritis me mandaron un cuadro hemático y ahí descubrí lo que realmente me pasaba.

¿Qué indicaron los resultados del cuadro hemático?

Resulta que tenía la hemoglobina en 6 sobre 11, era el rango, lo que significaba que estaba sufriendo de anemia. Afortunadamente mi cuerpo respondió bien y no hubo necesidad de transfusión en ese momento ya que mis signos vitales estaban estables. Así llegué a la hematooncóloga Carmen Rosales, especialista en temas de anemia. Ella me mandó a hacer los exámenes de rigor y me dijo que el proceso de sensación tenía dos fases: una lenta y otra rápida. Me dijo que la lenta era de ocho meses haciendo quimioterapia mensual y una vez terminada la quimio me hacían trasplante de médula ósea. La segunda opción era una quimio fuerte de menor duración con trasplante. Le dije que no tenía afán y que podía hacer quimioterapia de ocho meses.

¿Cómo manejó el momento en el que le dieron el diagnóstico médico?

Cuando recibí los resultados que indicaban que tenía la hemoglobina muy bajita se los envié a un amigo médico y me dijo que había un error, que esos no podían ser mis exámenes. Me dijo que me hiciera otras pruebas porque esos exámenes estaban muy mal. Le hice caso y los resultados fueron similares. Ya con los resultados finales en mis manos, acudí a otro amigo médico y me dijo que era grave, que todo indicaba que podría ser mieloma múltiple, un tipo de cáncer. Cuando finalmente la doctora me dio el diagnóstico, lo recibí bien, siempre he sido una persona alegre y no me iba a dejar derrumbar por esa noticia.

¿Cómo recibieron la noticia en su familia?

Debo reconocer que a mis padres y mi hermano les dio muy duro. Recuerdo que el día que me dieron la noticia ellos estaban deprimidos, acostados, llorando, sin ánimo y les dije que saldría adelante. Prendí el radio y me puse a escuchar música, a estar alegre. Incluso pedí una cita con el doctor Carlos Castro de la clínica Santa Fe, hoy en día es el director científico de la Liga Contra el Cáncer, para que nos explicara a mi hermano y a mí un poco más de la enfermedad. Ese día salimos de su consultorio con otro semblante, entiendo que todos algún día nos tendremos que morir, pero que mientras tanto hay que seguir caminando, dar la pelea, vivir la vida y mirar hacia adelante. El doctor Castro no solo es un gran médico, es un tomador del pelo excepcional que ve con otra óptica las enfermedades catastróficas.

¿Cómo fue la respuesta al tratamiento?

Como yo lo esperaba, mi cuerpo respondió bien en menos tiempo de lo esperado y estaba lista para el trasplante de médula. Incluso recuerdo que la doctora Rosales se sorprendió de mi pronta recuperación, me dijo que no era usual que en tres meses de quimioterapia se lograra una total recuperación. El caso se fue a junta médica y en la cuarta quimio me trasplantaron. El trasplante tenía un riesgo que fue advertido por los médicos y que siempre me tuvo alerta: la fiebre. Si me daba fiebre tenían un tipo de antibiótico para contrarrestarla, incluso si me daban dos episodios adicionales de fiebre. Por fortuna no me dio fiebre, estuve muy bien, además yo me sentía bien.

¿Cómo vivió el proceso de recuperación?

Tengo una gran capacidad de resiliencia y no me caigo anímicamente, siempre estuve bien, con energía positiva, rodeada de las personas que me aman. Incluso recuerdo que yo sentía que el proceso de recuperación me permitiría descansar, así lo viví y así fue. Estuve contenta, hice actividades que no solía hacer como por ejemplo hablar con la gente, darle las gracias a la gente que me apoyó, leer el periódico con calma o un libro, ver una película, vivir la vida con calma. Es importante tener en cuenta que estos procesos no son para hacer sinergias o trabajos en equipo, estos procesos son para uno, debes alejarte de todo para recuperarte, es un momento para uno. La gente que llora o se angustia, pierde el tiempo, porque va a estar bien, si se mejora o se muere, va a estar bien. Vinimos a este mundo a perfeccionarnos, para ir mejores al otro mundo. Una enfermedad enseña mucho, ofrece otra visión de lo que es la vida y lo que es la felicidad. El ser humano viene al mundo a ser feliz, a hacer lo que nos gusta.

Supongo que su familia jugó un papel importante en su recuperación…

Fue muy importante la fortaleza interna que me han enseñado a manejar en mi casa. Mi padre es una persona muy alegre, a toda hora toma del pelo y manejó la situación muy bien porque mi madre también estaba enferma cuando me diagnosticaron anemia. Imagínese lo difícil que fue para él ver a su esposa y su hija, al mismo tiempo, con enfermedades muy delicadas. Sin embargo, él siempre mantuvo el buen humor, un estado de ánimo impecable. Me acompañó en todo el proceso del tratamiento. El apoyo de todo el entorno familiar, además del entorno laboral es fundamental. Mis colegas de RCN Televisión me apoyaron en todo momento, pendientes de mí en todo momento. Vivo muy agradecida con ellos.

¿Qué consejos le daría a personas que pasen por este mismo proceso?

La actitud y la energía positiva son muy importantes en todo momento. Por ejemplo, con la quimioterapia hay síntomas muy complicados de manejar como las náuseas, pero a pesar de eso nunca me bajé de peso, incluso gané pesó en el proceso. Nunca estuve flaca ni acabada. Me alimentaba bien, no dejé de comer lo que me gustaba como el sancocho, helados, arroces. Pero también se me alteraron ciertos gustos, por ejemplo dejé de tolerar el chocolate y los huevos que me encantaban. Esas dificultades se manejan con actitud.

¿Qué enseñanza espiritual le dejó el proceso con su enfermedad?

Sentí que Dios me estaba consintiendo, que me estaba cuidando. El proceso fue duro porque fue ver a la muerte de frente, muy cerca, pero sentí la presencia de Dios en todo momento. Aprendí muchas cosas, que en la vida recorremos un camino para ayudar a los demás. Siempre hay personas que están en situaciones peores que las que uno puede vivir y se les puede ayudar. Sentí que debía ayudarle a la gente y contarles lo que me estaba pasando. Quería enseñarles a ser felices, a ver los problemas desde otra perspectiva. Soy muy creyente de la virgen y desde antes de la enfermedad quería hacer el Rosario, pero no tenía tiempo. Pero una vez me dijeron que tenía cáncer, sentí que por fin tendría tiempo para rezar el Rosario y lo hice todos los días, incluso durante las quimioterapias. Me di cuenta que ni el trabajo, ni la vida, ni los hijos valen más allá que lo que estás buscando que es a Dios.

¿Cambió su forma de ver la vida?

Sin duda, la vida tiene otro sentido, es más profunda. Hoy no tengo miedo de nada porque siento que Dios está conmigo. Que si el día de mañana me muero, pues me fui, no hay problema, no tienes tiempo de decir nada ni de pensar, simplemente sucederá. Pero mientras esté acá y me toque y sienta, debo sonreír, pasarla rico, disfrutar mi vida, porque la vida es un regalo para enseñarle a la gente a trabajar, a hacer algo por otra persona. Las personas deben entender que hay que hacer algo por los demás. Si le ayudas a otra persona a solucionar sus problemas, tus problemas se van a solucionar, sin darte cuenta. Esa es la vida. El problema es que nos cuesta trabajo entender eso, como le pasa a los pajaritos, ellos no viven preocupados por conseguir comida, la comida les llega. Y eso lo debemos aprender para vivir más tranquilos.

Cuéntenos de los médicos que la trataron…

El equipo médico que me trató es de la Clínica Marly, entre ellos se encuentran la doctora Carmen Rosales, la doctora Virginia Abello, además de otros seis médicos que siempre estuvieron pendientes de mí en todo el proceso. Todos los días pasaban revista, hablaban con todos los pacientes. Un equipo excepcional y muy profesional.

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Por Jacobo Celnik, especial para Xperlife

 
 
 

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